domingo, 11 de octubre de 2015

Berrea en los Montes de Propio

Coincidiendo con que el calor veraniego parece que está decayendo poco a poco, decidimos desplazarnos hasta los Montes de Propio situados en el término municipal de Jerez de la Frontera, para poder ver uno de los mejores espectáculos de estas fechas:La berrea del Ciervo.
La berrea es el nombre con el que se le denomina a los característicos sonidos que emiten los machos de ciervos para demostrar su superioridad frente a otros machos, y así poder conseguir a las mejores hembras con las que se aparearan (llegando a poder fecundar decenas). La berrea la intercalan con pequeñas luchas (en estas no hay intención de hacer daño al otro, solo demostrar su superioridad) entre machos, utilizando sus fuertes cornamentas. Estas las cambiaran anualmente, siendo cada año más grande que el anterior.
Los machos, en la época de celo viven en solitario, mientras que las hembras en grupo.  Nosotros tuvimos la suerte de ver un gran macho cruzando la dehesa, y al poco tiempo varios grupos de hembras. Por la lejanía y por la oscuridad (la berrea comienza sobre las 8:30 de la tarde) no pude hacer muchas fotos, aunque el verdadero motivo de la tarde era escuchar esos berridos que provenían de la profundidad de los alcornoques.
Otro gran hervíboro que nos sorprendió fueron los gamos. Estos parecían mas tranquilos, pudiendo ver algunos machos adultos, y bastantes hembras pastando. El único ungulado que habita por estos lares, y que no dejó que lo viésemos fueron los corzos (Capreolus capreolus), aunque pudimos observar un singular comedero, con el fin de ser un señuelo y que su caza sea algo más fácil. También pudimos ver trampas realizadas para coger cerdos asilvestrados (jabalíes cruzados con cerdos domésticos), y supongo que con el fin de que sea la especie pura de jabalí la única que habite en nuestros montes.
Comedero para corzos

Una vez que terminamos de escuchar este magnifico ‘musical’ decidimos poner rumbo a nuestra casa, aunque no sin antes mirar al cielo. Miles, millones de estrellas nos alumbraban mientras el incesante bramido de los ciervos nos acompañaba. Al volver por la carretera dos pequeños ojos nos miraban. Cuando nos fijamos no era ni más ni menos que una comadreja, que no dudó en huir lo antes posible… Una tarde-noche increible, que la podemos sentir en las tardes de los meses de Septiembre y Octubre.


Gamo

Trampa para cerdos asilvestrados



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